Héctor Herrera Cajas

 

 

 

Pelequén, 13 de Septiembre de 1930

Viña del Mar, 6 de Octubre de 1997

 

 

 

 

 

Nacido en Pelequén, localidad ubicada al sur de Santiago, realizó sus primeros estudios en el colegio de los Hermanos Maristas de San Fernando, destacándose como un alumno aplicado y dotado para el dibujo, según testimonian sus informes de calificaciones. Siendo muy joven se manifiesta ya su vocación docente, y lo encontramos en los últimos años de colegio como profesor de matemáticas de un establecimiento verspertino. Una vez terminados sus estudios secundarios se trasladó a Santiago e ingresó en 1948 a la Universidad de Chile, donde recibirá más tarde el título de Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Aparte de sus cursos regulares y obligatorios, dedicó interés, tiempo y entusiasmo al estudio de idiomas, específicamente latín, griego, alemán e incluso sánscrito. Además, llegó a dominar el inglés, francés y el italiano. En algún momento de su vida se interesó por el chino, el árabe y el ruso, pero sin llegar a dominarlos. Los estudios de filología fueron decisivos en su formación intelectual y en sus clases las plabras, escudriñándolas en su etimología hasta llegar a revelar su más prístino sentido, daban vida a la historia y se actualizaban en la misma. Aquellos primeros años de Universidad fueron claves por diversos motivos: comenzaría su amor y compromiso para con esa institución y que quedarían plasmados en diversos artículos reunidos en su libro Dimensiones de la Responsabilidad Educacional (Santiago, 1988); también conoció en esa época a sus primeros maestros –Eugenio Pereira, Mario Góngora (de quien fue ayudante), Juan Gómez Millas, Fotios Malleros-, a los que recordará con aprecio y admiración durante toda su vida, transmitiendo ese recuerdo ejemplar a las generaciones venideras. Y es que "don Héctor" –así le conocimos todos, con ese "don" inseparable de su nombre, atestiguando reconocimiento de su autoridad- se sentía su heredero en el plano intelectual; él supo atesorar y engrandecer esa herencia para, a su vez, transmitirla generosamente a sus alumnos. En ello residía, para él, gran parte de la esencia de la labor universitaria: tradición, tarea y entrega.

En 1957-58 continuó estudios en Alemania, durante un viaje en que visitó varias universidades alemanas. A su regreso, y después de haber contraído matrimonio con la Sra. Ivonne Lavanchy, becado por la Comisión Fullbright en 1967, viajó a Washington D.C. donde investigó durante siete meses en la bilioteca de Dumbarton Oaks, el centro de estudios bizantinos más importante del mundo, donde conoció a destacados bizantinistas. Al año siguiente, acompañado de su familia, viajó a Francia, donde se doctoró en la Universidad de Burdeos. En ese año 1968 Héctor Herrera pudo conocer de cerca los efectos de la llamada Revolución del ’68 y, por cierto, su epistolario muestra cómo se opuso tenazmente a la llamada “Reforma” que se llevaba adelante paralelamente en Chile provocando una profunda crisis en el sistema universitario. En fin, a pesar de las incomodidades ese año 1968 terminó su tesis acerca de Las Relaciones Internacionales del Imperio Bizantino en la época de las grandes invasiones. Dicho trabajo fue publicado en Santiago de Chile, en 1972, por el Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos de la Universidad de Chile, siendo la primera obra en su tipo editada en nuestro país y, con toda seguridad, en América Latina. Se trata de un estudio de gran rigor intelectual, con un aparato crítico impecable y en la cual se citan y comentan todas las fuentes existentes para el tema; en suma, se trata de una investigación del más alto nivel, la que ha colocado a su autor, merecidamente, entre los bizantinistas importantes de la segunda mitad del siglo. Tanto es así, que su libro es la única obra en español que incluyó Günther Weiss en su repertorio bibliográfico especializado, que incluye todo lo relevante que se ha producido en bizantinística entre 1968 y 1985 (Historische Zeitschrift, Sonderheft 14, Byzanz: Kritischer Forschungs-und Literatur bericht von Günter Weisz (1968-1985), R. Oldenbourg Verlag, München 1986). Weiss señala: "En la publicación del Centro de Estudios Bizantinos de Santiago, presenta el erudito Profesor Héctor Herrera Cajas, todas las importantes relaciones diplomáticas en la época de las grandes migraciones, tratadas desde la frontera persa hasta el Danubio, lo que había pasado casi desapercibido para los bizantinistas anteriores. La obra está trabajada directamente desde las fuentes, e ilustra muy bien el trasfondo político de cada momento. La diplomacia bizantina oscila entre la exigencia de universalidad, y la más dura, a menudo penosa y aflictiva realidad". Es preciso destacar que, para otras obras incluidas en el repertorio, Weiss apenas si hace un comentario de algunas palabras o, cuando mucho, de una frase.

 

En 1951 ocupó la cátedra de Historia Medieval en la Universidad de Chile. En 1954 fue contratado por la Universidad Católica de Valparaíso (UCV), institución a la que sirvió hasta su muerte. De esos años data su afincamiento definitivo en Valparaíso, primero, y en Viña del Mar, después. Su compromiso e identidad con dichas ciudades era evidente, y se preocupó de apoyar iniciativas culturales de diversa índole. En dicha Universidad fue Director del Instituto de Historia (1955-1966; 1983-1986), Vicedecano (1958-1959) y Decano de la Facultad de Filosofía y Educación (1960-1965), Vicerrector Académico y Rector Interino (1974). El Prof. Herrera no sólo fue el fundador del Instituto de Historia de la UCV, sino, también, su pilar más fuerte y quien supo darle un sello característico y propio; en definitiva, quien realmente constituyó el Instituto mencionado. En la UCV creó, en 1973, la Semana de Estudios Romanos, que desde entonces se celebra cada año en el Instituto de Historia, y ha llegado a ser una de las instancias de intercambio académico, en el ámbito de los estudios de la antigua Roma, de mayor prestigio en América Latina. Profesores como Cesare Letta, Narciso Santos Yanguas, Umberto Laffi, entre otros destacados académicos, han concurrido a este evento con sus ponencias. Umberto Laffi, en carta de condolencias enviada al Rector de la UCV señaló: "La triste noticia del fallecimiento del Prof. Héctor Herrera nos ha conmovido profundamente. Su pérdida es un duro golpe para la Universidad Católica de Valparaíso y, más en general, para la Historia Antigua en Chile, y deja un sentimiento de profunda aflicción en cuantos tuvimos la fortuna de disfrutar sus elevadas cualidades humanas en ocasiones memorables. Las Semanas de Estudios Romanos, que él fundó y siguió organizando con abnegación y un alto concepto del valor de los estudios clásicos durante muchos años, constituyen un monumento duradero que tiene a nuestras universidades enlazadas en un conjunto científico de proficuas relaciones e intercambios. Los esfuerzos que seguiremos dedicando junto a la prosecución de su obra representarán el más justo homenaje a su memoria..." Desde Noviembre de 1997, el aula principal del Instituto de Historia de la UCV lleva el nombre de don Héctor, grabado en una placa conmemorativa. Justo y merecido homenaje al maestro.

 

La labor docente de Héctor Herrera se orientó por la línea de Historia Universal, Historia del Arte e Historia de la Cultura. A nivel de pregrado y posgrado, durante más de cuarenta años de docencia, dictó innumerables cursos de Historia Medieval, Historia Antigua, Teoría de la Historia, Historia Bizantina, Culturas Periféricas Medievales, Historia de la Cultura Occidental, además de un sinnúmero de seminarios de especialidad y decenas de conferencias. Una asignatura que recordaba siempre con alegría fue Historia de la Ciudad, para los alumnos de la Escuela de Arquitectura de la UCV, quienes recibían con gran entusiasmo sus lecciones. A ellos, precisamente, Héctor Herrera les dedicó su estudio acerca de “Los orígenes del arte bizantino, ensayo sobre la formación del arte cristiano” (1985). Sus cursos de Historia Universal Medieval incluyeron tópicos que, tradicionalmente no abarcaban los cursos de este tipo en Chile: historia bizantina, el monacato en oriente y occidente, los pueblos de las estepas, el mundo persa sasánida, el mundo armenio, historia del Islam, del mundo celta...

 

Era evidente, y así lo reconocía él mismo, que se sentía más cómodo dictando cátedra —y en sus clases daba acabada cuenta de sus investigaciones— que sentado y escribiendo. Le gustaba la acción y la tensión que se genera en cada clase, así como el contacto con los estudiantes. Sus alumnos recordamos con admiración y aprecio su porte señorial, su voz potente, la palabra profunda e inspirada, el rigor conceptual y, sobre todo, el cariño con que dictaba sus lecciones. El mensaje fue siempre claro: la labor del profesor es seria —a la vez que reporta alegría—, rigurosa y digna. Son muchas las instituciones que lo recuerdan como su profesor, sea por sus cursos regulares o por sus conferencias: a las ya mentadas Universidad de Chile (en la cual fue co-fundador del Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos, institución única en su tipo en América Latina) y Universidad Católica de Valparaíso, es preciso agregar: la Pontificia Universidad Católica de Chile desde 1954; la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, de la que fue Rector entre 1986 y 1989, y donde fundó el Centro de Estudios Clásicos, que ya ha ganado un sólido prestigio con sus congresos internacionales de la especialidad, a los cuales han concurrido Rodríguez Adrados, Carlos Disandro y otros académicos tanto europeos como americanos; la Universidad del Norte; la Universidad Austral de Valdivia; la Universidad Técnica Federico Santa María; Universidad Alonso Ovalle; Universidad Adolfo Ibáñez; Universidad Gabriela Mistral, donde en Octubre de 1997, a pocos días de su muerte, se celebraron las Jornadas de Historia Héctor Herrera Cajas; Universidad Finis Terrae; Universidad del Bío-Bío; Universidad Adventista de Chile; Universidad Marítima de Chile; Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza (Argentina)... Es, pues, la cultura nacional la que se conduele con su ausencia. Y, verdaderamente, Héctor Herrera, amante de su patria, entendía que la labor universitaria implicaba un real compromiso de contribuir con la cultura de todo el país.

 

Don Héctor Herrera participó en numerosos eventos académicos y fue además miembro de diversas organizaciones ligadas al ámbito académico, así como también recibió diversos homenajes y reconocimientos a su vasta trayectoria. Fue miembro delegado al III Congreso Internacional del Apostolado de los Laicos en Roma; becado por el Centro de Estudios del Alto Medioevo de Spoleto, Italia, para participar en la XVI Semana di Studi Sull’Alto Medioevo; concurrió al Congreso de Historia convocado por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia de Buenos Aires; presentó trabajos en cada una de las Semanas de Estudios Romanos que se celebraron entre 1973 y 1997; lo mismo en el caso de los Coloquios de Estudios Medievales (en los que él mismo fue un co-fundador), que, desde 1990, se celebran cada dos años en la ciudad de Chillán; intervino en diversas sesiones de las Jornadas Grecorromanas de la UCV, así como en las Jornadas de Estudios de Historia Clásica de la Universidad del Bío-Bío, presentó trabajos en las Jornadas de Historia de Europa, celebradas en Mendoza (Argentina), como también en el Encontro Internacional de Estudos Medievais, en Brasil. En 1986 el Comité Administrativo del XVII Congreso Internacional Bizantino, a celebrarse en Dumbarton Oaks, Washington, aceptó su ponencia acerca de "Los pueblos de las estepas y la formación del arte bizantino: de la tienda a la iglesia cristiana", pero su autor no pudo concurrir a leerla.

 

En 1989 fue recibido como Miembro de Número de la Academia Chilena de la Historia. En 1992 el Gobierno de Grecia lo condecoró como Comendador de la Orden del Fénix en gradecimiento por la permanente labor de difusión de los valores de la cultura griega en nuestro país. En 1995, invitado por el Gobierno de Grecia, visitó la Hélade, teniendo la oportunidad de admirar personalmente los más importantes monumentos bizantinos; durante ese viaje conoció a Nicolás Oikonomides, entonces Director del Centro de Estudios Bizantinos de Atenas y quien, más tarde, escribiría elogiosas palabras de recuerdo, que fueron publicadas en el libro Dimensiones de la Cultura Bizantina (1998). Además recibió distinciones de diverso tipo durante su vida, v.gr.: Premio de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso al Mejor Profesor de la Universidad (1976); Premio Regional de Estudios Humanísticos "María Graham" (1982), etc. Fue miembro de la Asociación Argentina de Estudios Clásicos, del Instituto Chileno Árabe de Cultura —del cual fue Presidente y Director Honorario—, de la Asociación Internacional de Estudios Bizantinos, de la Sociedad Chilena de Estudios Clásicos, de la Sociedad Chilena de Estudios Medievales —de la cual era Miembro Fundador y Presidente Honorario—, etc. Después de su deceso, se le han rendido homenajes de diverso tipo: en 1998, con ocasión de la publicación póstuma del libro Dimensiones de la Cultura Bizantina, el Prof. Dr. Pedro Bádenas de la Peña, del CSIC de Madrid, dictó una clase magistral en su honor, en la Universidad Gabriela Mistral; ya hicimos referencia al acto homenaje del Instituto de Historia de la Universidad Católica de Valparaíso que puso su nombre a una de las salas de clases; también se señaló ya la realización de las Jornadas de Historia Héctor Herrera Cajas en la Universidad Gabriela Mistral en 1997; en 1998, en la Semana de Estudios Romanos, el Prof. Dr. Nicolás Cruz hizo también un emotivo recuerdo; el volumen nueve de las Semanas de Estudios Romanos (1998), el vol. 9-10 de Limes (1998) y el vol. 2 de Intus-Legere (1999) fueron dedicados a su memoria. También en el Correo Universitario de la Universidad Católica de Valparaíso, como en Episteme, de la Universidad Federal de Porto Alegre, Brasil, se publicaron páginas dedicadas a la memoria del maestro, así como en el vol. 17 de Byzantion Nea Hellás, donde la comunidad académica del Centro de Estudios Bizantinos de la Universidad de Chile también le rinde tributo. Cabe destacar igualmente una nota necrológica publicada en Medievalismo, Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales en 1999, firmada por E. Benito Ruano, Secretario Perpetuo de la Real Academia de la Historia española, en la cual recuerda su generosa hospitalidad.

 

Mención aparte merece la preocupación de don Héctor Herrera por sus alumnos, la cual se expresó en dos formas. Por una parte, participó en fundaciones de beneficencia sin fines de lucro orientadas a conceder becas de estudio a alumnos destacados, especialmente la Sociedad Católica de Ayuda al Estudiante (SOCALEST). Por otra, se preocupó mucho de formar discípulos en las distintas especialidades que cultivó en vida; a ellos entregó su tiempo y abrió su rica biblioteca personal. Es así que hoy en día muchos ex-alumnos de Herrera Cajas se reconocen como discípulos suyos, y de entre ellos son también muchos los que ocupan distintas cátedras de Historia Medieval, Historia Antigua, Culturas Orientales o Teoría de la Historia en diversas universidades del país, y en cada una de ellas se ha proyectado, si se nos permite hablar así, un "estilo herreriano" en la docencia y la investigación. Fue, desde todo punto de vista, un auténtico maestro, que supo no sólo entregar conocimientos en forma adecuada, sino también crear fuertes lazos intelectuales y afectivos entre quienes le rodearon. Entre sus discípulos destacados —que preferimos no nombrar para evitar omisiones— se cuentan profesores de las universidades Católica de Valparaíso, Católica de Chile, Metropolitana de Ciencias de la Educación, de Chile, del Bío-Bío, de Concepción, además de universidades privadas como la Adolfo Ibáñez, la Marítima de Chile, la Gabriela Mistral, etc. Verdaderamente puso en práctica una idea que le era muy cara, esto es, que el compromiso de un profesor universitario no es sólo con la institución que lo cobija, sino con la patria toda, como ya dijimos, con la vida cultural nacional.

 

Entre los diversos trabajos publicados por don Héctor, especial mención merece "La Germania de Tácito. El problema del significado del escudo" (1957, reeditado en 1995), que le valió el honor de ser reimpreso en Die Araber in der Alten Welt, 3, Berlín 1966, obra dirigida por el eminente Franz Altheim, a quien don Héctor conoció en Alemania, después de haber estudiado su obra en Chile, la cual, comentó en más de una ocasión, lo impresionó profundamente. El citado artículo puede ser considerado, sin duda, un estudio pionero en nuestro país en lo que a historia de las mentalidades se refiere. Don Héctor examina acuciosamente la obra de Tácito, para llegar a establecer qué simbolizaba para los germanos primitivos el escudo –y cómo ello se proyecta al mundo medieval-, haciendo hablar a la fuente de una manera realmente notable, por cuanto el propio Tácito poco dice del tema en cuestión. Y es que don Héctor sabía "leer entre líneas", sabía hacer hablar a los documentos y recrear el pasado. El artículo en comento es una verdadera clase magistral, no sólo acerca del tema específico, sino de la metodología de investigación histórica. Doble mérito, entonces. No es raro, pues, que esta obra de juventud –pero plena de madurez intelectual-, la haya considerado don Héctor como uno de sus mejores trabajos, sin sentir esa vergüenza vacua de otros historiadores cuando se les pondera una obra ya antigua.

 

Otro trabajo muy apreciado por el recordado maestro, es "Res privata-Res publica-Imperium" (1977). En éste, el autor examina, conceptual y analíticamente, en una síntesis sobresaliente, el devenir de las instituciones romanas, desde el mundo primitivo hasta el ocaso del Imperio, para dar cuenta de un proceso histórico que lleva desde el mundo privado hasta las instituciones públicas, para privatizarse nuevamente a fines del Imperio, justo en la época en que los germanos, con sus instituciones de carácter privado, se hacen presentes en la Historia, generándose entonces una "consonancia espiritual" entre el Mundo Antiguo y el Medieval, descartándose de plano las teorías de la ruptura o la continuidad entre un mundo y otro. Es una interpretación interesante y novedosa, y que nos demuestra que el autor podía realizar desde la más erudita investigación hasta la más fina interpretación, cosa que se explica por su vasta cultura y la amplitud de sus intereses intelectuales. Cómo no leer este trabajo junto a "La constitución del ámbito cívico en el Mundo Grecorromano"(1986, reed. 1989-90), estudio en el cual el autor hace gala de sus conocimientos filológicos, demostrando cómo en un conjunto de palabras fundantes está, desde los orígenes, la potencia creadora de las instituciones del Mundo Antiguo.

 

En el ámbito bizantino, no nos detendremos mayormente por ahora, pues más adelante el lector encontrará un comentario más detallado. Digamos por ahora que desde 1958 y prácticamente enunciados por cuatro décadas, Héctor Herrera profundizó en diversos aspectos de la Civilización Bizantina: la ideología imperial y sus fundamentos, las relaciones entre el Imperio y la Iglesia, el arte como expresión sublime de la sociedad bizantina, los símbolos del poder imperial, las relaciones -guerra, comercio, misiones, etc.- del Imperio con sus vecinos, el ceremonial palatino... A modo de ejemplo remitimos al lector a su estudio sobre la "Simbología del poder imperial en Bizancio: los pendientes de las coronas" (1993-96, reed. 1998), un verdadero compendio de los intereses del maestro: la historia de la cultura, el mundo oriental, el estudio de los símbolos, el problema del poder y su representación, el arte... Es, por cierto, un estudio erudito, pero también de una fineza sólo digna de su autor; igualmente, resuma una imaginación fascinante. Don Héctor —y en esto el artículo es brillante— demuestra cómo lo que podría pasar por un adminículo meramente decorativo, los pendientes de las coronas, encierra un simbolismo profundo, que dice relación con la idea de que el poder viene desde lo Alto. Sorprende, finalmente, el lazo que establece entre este fenómeno, en el Occidente cristiano y el Oriente bizantino, con símiles en el mundo oriental. La elaboración de este trabajo no podría comprenderse sin otros estudios anteriores, como su tesis doctoral o "Las estepas Euroasiáticas: un peculiar espacio histórico" (1982, reed. 1998), del cual se desprenderá su "Los pueblos de las estepas y la formación del arte bizantino: de la tienda a la iglesia cristiana" (1990, reed. 1998), trabajos todos en los cuales se conjugan armoniosamente la erudición del investigador, la visión del humanista y la intuición del historiador.

 

Terminaremos recordando algunas palabras del Prof. Dr. Héctor Herrera que lo retratan bastante bien. En Noviembre de 1986, en el marco de una entrevista periodística, frente a la pregunta "¿Qué le gustaría traer del pasado a este tiempo?", respondió: "Del mundo clásico, el respeto por los valores intelectuales. El gran papel que juega el sabio en la antigüedad. Del mundo medieval, los valores del caballero: el sentido del honor, del respeto a la dama, el compromiso a la palabra empeñada". A renglón seguido dijo que, del Mundo Contemporáneo lo que menos le agradaba era "la desacralización que lo invade todo". Entre sus últimas anotaciones, de su puño y letra, se encuentra ésta, del 29 de Junio de 1997: "Así como hoy las llamadas "manifestaciones del arte" están desprovistas de todo valor estético, así también hay muchas "investigaciones históricas" en las cuales no comparece la historia, o mejor, no descansan sobre una realidad que haya sido histórica; a lo más lo histórico será historiográfico cuando se estudie a estas corrientes y se constate cómo se imaginaban lo histórico algunos investigadores del siglo XX. Pensemos lo que sería una biología que no se esfuerce por llegar a la vida o una economía en la que la riqueza no significase nada; lo mismo pasa con estos sesudos estudios históricos en que puede haber de todo -demografía, economía, higiene, etc.- pero lo histórico propiamente no es la materia a partir de la cual crece la obra. Se impone, pues, en un primer momento, un esfuerzo por aproximarnos a lo histórico, sin lo cual no hay historia real ni creación histórica".