DE LA PAZ EN TIEMPO DE GALIENO

 

 

Pero no mucho después, mientras Valeriano sufría la esclavitud entre los bárbaros, empezó a reinar solo su hijo y gobernó con mayor sensatez. Inmediatamente puso fin, mediante edictos, a la persecución contra nosotros, y ordenó por un rescripto a los que presidían la palabra que libremente ejercieran sus funciones acostumbradas. El rescripto rezaba así:

"El emperador César Publio Licinio Galieno Pío Félix Augusto, a Dionisio, Pina, Demetrio y a los demás obispos: He mandado que el beneficio de mi don se extienda por todo el mundo, con el fin de que se evacuen los lugares sagrados y por ello también podáis disfrutar de la regla contenida en mi rescripto, de manera que nadie pueda molestaros. Y aquello que podáis recuperar, en la medida de lo posible, hace ya tiempo que lo he concedido. Por lo cual, Aurelio Cirinio, que está al frente de los asuntos supremos, mantendrá cuidadosamente la regla dada por mí".

Quede inserto aquí, para mayor claridad, este rescripto, traducido del latín. Se conserva también, del mismo emperador, otra ordenanza que dirigió a otros obispos y en que permite la recuperación de los lugares llamados cementerios.

En este tiempo, Sixto seguía todavía rigiendo la Iglesia de Roma; Demetriano, en cambio, la de Antioquía, a continuación de Fabio; y Firmiliano, la de Cesárea de Capadocia; además de éstos, regían las iglesias del Ponto, Gregorio y su hermano Atenodoro, discípulos de Orígenes. Por lo que atañe a Cesárea de Palestina, muerto Teoctisto, recibe en sucesión el episcopado Domno, pero, habiendo éste sobrevivido breve tiempo, fue instituido sucesor Teotecno, contemporáneo nuestro, que también era de la escuela de Orígenes. Pero también en Jerusalén, muerto Mazalbano, recibe en sucesión el trono Himeneo, el mismo que ha brillado muchísimos años en nuestra época.

 

Eusebio de Cesárea,Historia Eclesiástica, VII, 13 y 14, en: Cruz, N., "Relaciones Cristianismo-Imperio Romano. Siglos I, II, III", en: Revista de Historia Universal, nº 8, 1987, Santiago, pp. 126 y s.