SITUACIÓN DE LA GALIA HACIA EL AÑO 420

 

 

Véase de qué súbita forma la muerte ha pesado sobre el mundo entero, hasta qué punto la violencia de la guerra ha aplastado a los pueblos. Ni las inextricables regiones de los espesos bosques o de las altas montañas, ni las corrientes de los ríos de rápidos remolinos, ni el abrigo que constituye para las ciudadelas su situación, para las ciudades sus murallas, ni la barrera que forma el mar, ni las tristes soledades de los desiertos, ni los desfiladeros, ni siquiera las cavernas ocultas por sombrías rocas han podido escapar a las manos de los bárbaros. Muchos perecieron víctimas de la mala fe, muchos del perjurio, muchos denunciados por sus conciudadanos. Las emboscadas han causado mucho daño, mucho también la violencia popular. El que no ha sido domado por la fuerza, lo ha sido por el hambre. La madre ha sucumbido miserablemente con sus hijos y su esposo; el amo ha caído en servidumbre al mismo tiempo que sus siervos. Algunos han sido pasto de los perros. Muchos han sido víctimas de sus casas en llamas, que les han servido de pira funeraria. En las ciudades, los dominios, las campiñas, las encrucijadas de los caminos, en todas partes, aquí y allá, a lo largo de las rutas, reina la muerte, el sufrimiento, la destrucción, el incendio, el duelo. Una sola pira ha reducido en humo la Galia entera.

 

Orens, Obispo de Auch, en: Le Goff, J., La Civilización del Occidente Medieval, Trad. de J. de C. Serra, Juventud, 1969 (Paris, 1965), Barcelona, pp. 43-47.